Redacción. Madrid
La introducción de la nueva Ley Antitabaco representa una nueva oportunidad para concienciar a la población de los perjuicios que el consumo de tabaco provoca en la salud cardiovascular, ya que en los últimos años la prevalencia de esta patología ha aumentado al mismo ritmo que se ha extendido el hábito tabáquico. “Dejar de fumar provoca sólo ventajas: reduce el riesgo de presión arterial, los espasmos, las enfermedades coronarias y previene la aparición de tumores pulmonares”, según ha explicado José Luis Rodicio, presidente en funciones de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (Seh-Lelha).
José Luis Rodicio, presidente en funciones de la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (Seh-Lelha), y Nieves Martell, coordinadora del Club del Hipertenso de la Sel-Lelha.
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Fumar es la causa principal de muertes prematuras y prevenibles en nuestro país. De las muertes producidas por el tabaco, cerca del 40 por ciento son por cáncer; el 35 por ciento, por enfermedades cardiacas y por ictus, y el 25 por ciento, por patologías pulmonares”, ha añadido.
Según calculan los expertos, más de tres millones de fumadores intentarán dejar de fumar en los cuatro primeros meses de este año, en parte motivados por las fuertes restricciones que ha impuesto la nueva normativa. Si logran abandonar el hábito, el exceso de riesgo de enfermedades cardiovasculares se reducirá a la mitad después de un año de abstinencia y al cabo de diez años el riesgo de eventos decaerá hasta niveles de un no fumador, según diversos estudios.
Asimismo, el riesgo de infarto no mortal disminuye más rápidamente que la mortalidad global, reduciéndose en un 50 por ciento en los primeros doce meses e igualándose a los niveles de un no fumador al cabo de tres años. “Dejar de fumar reduce igualmente el riesgo de cáncer y de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Los estudios revelan que los fumadores que dejan el tabaco alrededor de los 30 años tienen un 90 por ciento de posibilidades menos de morir prematuramente por enfermedades relacionadas con el tabaco. En el caso de las personas de más de 50 años, el riesgo de muerte prematura desciende en más del 50 por ciento en comparación con quienes siguen fumando”, comenta la doctora Nieves Martell, coordinadora del Club del Hipertenso de la Sel-Lelha.
El riesgo en la población infantil
La Ley Antitabaco también limitará la exposición de la población al humo del tabaco y por tanto reducirá en al menos un 30 por ciento el riesgo de que los fumadores pasivos desarrollen enfermedades cardiovasculares e incluso cáncer, según Martell.
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El riesgo es aún mayor en niños. según un estudio de la Universidad de Heidelberg, en Alemania, y el hospital pediátrico de Berna, en Suiza, que indica que los niños expuestos al tabaco en el hogar tienen un 21 por ciento más de probabilidades de tener la tensión alta. Los resultados recogen que el impacto fue mayor para la presión arterial sistólica (aumento medio de 1,0 mm Hg) que la presión arterial diastólica (aumento medio de 0,5 mm Hg). El porcentaje se dispara si se analizan los niños que presentan otros factores de riesgo, como el sobrepeso o antecedentes familiares, y que además están expuestos al tabaco.
“La presión arterial más elevada en estos niños podría arrastrarse hasta la edad adulta y eventualmente contribuir a la aparición de auténticos problemas asociados al sistema circulatorio como ictus o infartos. Por tanto, el tabaquismo de los padres no sólo es perjudicial para el funcionamiento pulmonar de los niños, sino que representa un riesgo para su futura salud cardiovascular”, ha comentado Nieves Martell.
Este análisis de su impacto sobre la presión arterial infantil refuerza aún más la idea de que no hay una exposición aceptable al humo de segunda mano cuando se trata de lactantes y niños pequeños. “Es otra razón por la que necesitamos protegerlos contra esta exposición, ya que daña los pulmones y los vasos sanguíneos", han señalado los autores de la investigación. Los niños que presentaban otros factores de riesgo y además estuvieron expuestos al humo de tabaco, arrojaron niveles de tensión aún mayores. Por otra parte, aunque el porcentaje de madres fumadoras eran menor que el de los padres, ellas tuvieron un efecto mayor sobre sus hijos, lo que probablemente se debió a que pasaban más tiempo en casa.
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